Era la noche del 09 de marzo de 1945, la capital del Imperio japonés dormía, nadie podía imaginarse el horror y el infierno que estaba a punto de desatarse. En la oscuridad del océano Pacífico escuadrones conformados por 282 bombarderos superpesados B-29 se dirigían a Tokyo. Si piensas que el bombardeo más mortífero y destructivo de la historia ocurrió en Hiroshima o Nagasaki, estás equivocado.
Antecedentes
Ya con la campaña de Europa muy avanzada y viendo los resultados que daban los bombardeos estratégicos en Alemania, Estados Unidos se plantea iniciar una campaña de bombardeos sobre suelo japonés a mediados del año 1944.
En junio de 1944, el vigésimo comando de bombarderos de la fuerza aérea norteamericana había iniciado los primeros bombardeos en tierra japonesa utilizando las superfortalezas aéreas, los bombarderos B-29, pero desde los aeropuertos que tenían en China, lo que impedía que se pudieran alcanzar objetivos en Tokyo. Pero esta situación cambió a partir de octubre de 1944 cuando el vigésimo primer comando de bombarderos mudó sus operaciones a las Islas Marianas, mucho más cercanas de la capital japonesa, luego de la caída definitiva de Saipán en julio de 1944.
El primer vuelo de un B-29 sobre Tokyo ocurrió en noviembre de 1944 y fue un vuelo de reconocimiento para fotografiar las planta industrial y las áreas urbanas.
En un principio, el comandante de la fuerza aérea el general Henry Harley Arnold asumió el control del vigésimo comando y diseñó una estrategia de bombardeos de precisión, poniéndo énfasis en los objetivos industriales y las fábricas de aviones, reduciendo las áreas urbanas expuestas a las bombas. El 24 de noviembre ocurre el primero de los bombardeos sobre Tokyo usando la estrategia de Arnold, resultando en un rotundo fracaso por el poco daño infligido al enemigo, incluso el vigésimo primer comando también llevó a cabo otros bombardeos con los mismos resultados. Esto generó un cambio en la línea de comandos dando paso a quién daría un golpe definitivo en la estrategia, el general Curtis LeMay, posteriormente conocido como “el demonio LeMay” o “Bomb Away LeMay”. De haber caído en el bando perdedor, sin duda alguna sería conocido como uno de los más grandes criminales de guerra de la historia y eso que no estamos mencionando su responsabilidad en los bombardeos de la guerra de Corea.
LeMay de inmediato decidió abandonar los bombardeos de precisión con bombas explosivas para dar paso a bombardeos de área, o bombardeos de alfombra o carpet bombings en ingles usando ese novedoso componente incendiario que había sido recientemente inventado: El Napalm, es decir, gasolina en forma de gelatina altamente incendiaria.
Antes del gran bombardeo LeMay ordenó el uso de las bombas M69, fabricadas por la Standard Oil Company, arrojadas en bombas racimo, cada M69 estaba cargada con Napalm, al caer al suelo se activaba un fusible que primero esparcía el napalm por los alrededores y luego le prendía fuego. Durante un primer bombardeo conducido en Tokyo el 25 de febrero de 1945 las M69 probaron ser muy eficaces causando incendios fuera de control.
Operación Meetinghouse
Operation Meetinghouse, es el nombre clave que recibió esta operación en el seno de la Fuerza Aérea norteamericana. El grueso del ataque se planificó sobre un área de unos 6 kilómetros de ancho por 5 de largo ocupada por los distritos de Asakusa, Honjo y Fukagawa, deliberadamente escogidos para la época por se una de las áreas más densamente pobladas del mundo, con alrededor de 1,1 millones de personas para esa época. La inteligencia norteamericana sabía que en esta área había pocos objetivos militares pero por estar construidas las casas en su mayoría de bambú y madera, sería altamente sensible a las bombas incendiarias.
A las 5:35pm, hora local de Saipán, despegaban los primeros B-29 con rumbo a Tokyo. Un total de 282 superfortalezas despegaron en los siguientes 45 minutos.
A las 12:08 am del día 10 de marzo, caían las primeras bombas sobre la zona objetivo, del tipo M47. Fueron lanzadas para formar una X de fuego sobre tierra, con el objetivo de guiar al resto de bombarderos hacia el área designada.
Los pilotos de los B-29 llevaban instrucciones de atacar diferentes áreas la X de fuego para asegurarse de causar el mayor daño posible.
Durante dos horas y cuarenta minutos fueron arrojadas 1665 toneladas de bombas sobre Tokyo usando alrededor de 451.200 bombas. La cantidad de humo que impedía la visibilidad provocaron que otros B-29 atacaran zonas fuera del rango señalado. Incluso reportes posteriores de los pilotos indicaron que muchos utilizaron las máscaras de oxígeno para protegerse del olor a humo y carne quemada y que los aparatos se volvieron difíciles de maniobrar por las turbulencias generadas por los chorros de calor que ascendían por el cielo, provocados por los cerca de 1.000º centígrados alcanzados en tierra.
La magnitud del ataque tomó a las fuerzas de defensa antiaérea japonesas por sorpresa y poco pudieron hacer los escuadrones de cazas, que no pudieron derribar ni uno solo de los B-29. Tan solo 12 de los bombarderos fueron alcanzados por el fuego antiaéreo causando 96 muertos y 6 heridos en las filas norteamericanas.
Arde Tokyo
El fuego se apoderó con velocidad de gran parte de la ciudad, ayudado por los vientos, los bomberos poco pudieron hacer para contener el desastre. Prácticamente todo el este de Tokyo estaba ardiendo y terminaría por ser destruido, la población civil tuvo muy poca oportunidad de evacuar y aquellos que se escondieron en búnkeres en sus casas murieron o asfixiados o quemados.
No se sabe a ciencia cierta la cantidad de muertes causadas por el bombardeo. Después del bombardeo 79.466 cuerpos fueron recuperados y contabilizados, pero muchísimos nunca pudieron ser recuperados. La dirección de salud de la ciudad estimó las muertes en 83.600 y en 40.918 los heridos. El departamento de bomberos dijo que fueron 97.000 los muertos y 125.000 los heridos. Muchos aseguran hoy en día que la suma de muertos directos y muertos por heridas debe ser superior a 120.000.
Según la policía, 267.171 edificios fueron destruidos, alrededor de ¼ de la ciudad. Luego del ataque, más de un millón de personas quedaron en la calle.
Curtis LeMay, apoyado por el presidente Roosevelt, sostuvo que estos ataques aéreos sobre civiles ahorraron la muerte de cerca de 1 millón de norteamericanos que hubiese ocurrido de producirse una invasión terrestre de Japón, por lo que ataques de gran magnitud también ocurrieron sobre Nagoya, Osaka y Kobe en los días siguientes.
La cantidad de muertos, heridos y de edificios destruidos en este bombardeo es sin duda el más grande de la historia de la humanidad superando con creces los de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, pero de las bombas atómicas hablaremos seguro en otro episodio de Melted Metal.